En esta foto, de hace muchísimos años, me van a ver con el pelo muy cortito. Ese día, con mis compañeros y compañeras de la agrupación H.I.J.O.S. decidimos cortarnos el pelo frente a los tribunales federales de Rosario. ¿El motivo? La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario había cambiado la carátula de las causas contra los represores imputados en la Causa Feced, lo que implicaba 10 años menos de condenas para personas responsables de secuestro, torturas, violaciones, apropiación de bebés, desaparición forzada seguida de homicidio, y robo de bienes. Cortarnos el pelo fue, ese día, nuestra forma de llamar la atención sobre una impunidad aberrante.
Los jueces federales de esos años, (cuando apenas se derogaban las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y se podía finalmente empezar a juzgar a los genocidas) buscaban formas y estrategias para dilatar los juicios y beneficiar a los represores. Algunos de esos mismos jueces y fiscales de la época, habían estado directamente implicados, o sido cómplices, en delitos de genocidio mientras eran funcionarios judiciales durante la dictadura. Actualmente existen ex jueces y ex fiscales imputados, juzgados y/o detenidos por causas de lesa humanidad.
Nuestra lucha y la de las organizaciones hermanas, la conciencia social creciente y el apoyo del pueblo en las movilizaciones, hicieron que la misma institución judicial tuviera que juzgar el genocidio, a pesar de sus resistencias y complicidades.
Desde hace muchos años la Justicia, como institución, está en deuda con la democracia. Después de la dictadura fue la única institución que no se revisó, que no se puso en duda. Nosotres, siendo tan pibes hace tantos años, decíamos que una democracia verdadera no podía surgir con el silencio y la complicidad de sus instituciones frente al crimen del genocidio, el endeudamiento externo y el industricidio de la dictadura.
En el año 2013 la Presidenta Cristina Fernández propuso un proyecto de democratización del sistema judicial, que fue atacado por la corporación financiera y mediática, y no prosperó.
Hoy vamos a estar de nuevo poniendo el cuerpo frente a los tribunales, porque esa justicia hija de la dictadura sigue siendo opaca, clasista, patriarcal, defensora de privilegios de minorías y corporaciones económicas. Porque los pueblos necesitan un servicio de justicia que esté a la altura de sus demandas y problemáticas cotidianas, un servicio de justicia democrático, transparente y eficiente, sobre el que el pueblo tenga control y elección.